Irrigación del canal radicular con peróxido de hidrógeno
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La irrigación es un elemento clave para el éxito del tratamiento del conducto radicular. Tiene varias funciones importantes, que pueden variar según el irrigante utilizado: reduce la fricción entre el instrumento y la dentina, mejora la eficacia de corte de las limas, disuelve el tejido, enfría la lima y el diente y, además, tiene un efecto de lavado y un efecto antimicrobiano/antibiofilm. La irrigación es también la única forma de incidir en las zonas de la pared del conducto radicular que no se tocan con la instrumentación mecánica. El hipoclorito de sodio es la principal solución de irrigación utilizada para disolver la materia orgánica y eliminar los microbios de forma eficaz. El hipoclorito de sodio de alta concentración (NaOCl) tiene un mejor efecto que las soluciones al 1 y 2%. El ácido etilendiaminotetraacético (EDTA) es necesario como enjuague final para eliminar la capa de barrillo dentinario. Entre estos dos irrigantes principales se puede utilizar agua estéril o suero fisiológico, pero no deben ser las únicas soluciones utilizadas. El conducto radicular apical supone un reto especial para la irrigación, ya que el equilibrio entre seguridad y eficacia es especialmente importante en esta zona. Para la irrigación del conducto radicular se utilizan diferentes medios de administración, desde la tradicional jeringa-aguja hasta diversos sistemas accionados por máquinas, incluidas las bombas automáticas y la energía sónica o ultrasónica.
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La irrigación es una parte clave del éxito del tratamiento del conducto radicular, ya que cumple varias funciones mecánicas, químicas y (micro) biológicas importantes, incluida la curación de los tejidos periapicales. Es la única forma de alcanzar e incidir en las zonas de la pared del conducto radicular que no se tocan con la instrumentación mecánica. El objetivo del tratamiento endodóntico inicial y primario (tratamiento del canal radicular) debe ser optimizar la desinfección del canal radicular y prevenir la reinfección. A lo largo de los años se han utilizado muchos materiales como irrigantes endodónticos, especialmente el hipocloruro de sodio y el EDTA. Sin embargo, también existen otras soluciones que pueden utilizarse para la irrigación. Por lo tanto, en este artículo narraremos diferentes tipos de soluciones irrigantes con sus especificidades, requisitos, que pueden ser utilizados en la práctica endodóntica futura, y sus ventajas y limitaciones.
La causa principal de las enfermedades pulpares y periapicales son diferentes irritantes vivos y no vivos. Los irritantes vivos incluyen los irritantes mecánicos, térmicos y químicos. Los irritantes vivos incluyen diferentes tipos de microorganismos como bacterias, levaduras y virus. Cuando comienzan a producirse diferentes cambios patológicos en la pulpa dental, el espacio dentro del canal de la raíz adquiere el calibre de albergar irritantes que incluyen varias especies de bacterias, sus toxinas y subproductos. Las investigaciones en animales y pacientes han demostrado que las enfermedades pulpares y/o perirradiculares no pueden desarrollarse sin la presencia de bacterias [1,2]. La mayor prueba para la irrigación podrían ser las regiones inmaculadas por las limas, por ejemplo, las aletas, los istmos y los enormes canales laterales [3]. Además, los enormes territorios de los conductos ovalados y planos pueden permanecer intactos a pesar de una instrumentación cuidadosa y esas zonas contienen restos de tejido y biofilms que sólo pueden ser eliminados por medio de sustancias que utilizan el sistema de irrigación. El conducto radicular apical plantea un reto específico para la irrigación, ya que el equilibrio entre seguridad y eficacia es especialmente importante en esta zona.
Irrigación del conducto radicular con Edta
INTRODUCCIÓNLas bacterias en el sistema de conductos radiculares provocan la formación de lesiones inflamatorias periapicales.1 El objetivo del tratamiento de los conductos radiculares es eliminar las bacterias del conducto radicular infectado y prevenir la reinfección. La limpieza biomecánica y la conformación del conducto radicular reducen en gran medida el número de bacterias.2 Sin embargo, los estudios han demostrado que las bacterias a menudo persisten.3 Por lo tanto, la irrigación con fuertes agentes antibacterianos es imprescindible para completar el proceso de limpieza y conformación.
Tradicionalmente, los irrigantes se han administrado en el espacio del canal radicular utilizando jeringas y agujas metálicas de diferente tamaño y diseño de punta. Sin embargo, la experiencia clínica y la investigación han demostrado que este enfoque clásico suele dar lugar a una irrigación ineficaz. El objetivo de este artículo es presentar una visión general de las soluciones de irrigación en endodoncia y algunos dispositivos nuevos para mejorar la irrigación de la parte apical del sistema de conductos radiculares.
Para comprender cómo funciona la irrigación, es importante entender los dos objetivos principales de la irrigación: mecánico y biológico. El objetivo mecánico implica lo siguiente: (1) eliminar los residuos, (2) lubricar el canal, (3) disolver el tejido orgánico e inorgánico y (4) blanquear. La función biológica de los irrigantes está relacionada con su efecto antimicrobiano.4
Edta en endodoncia
ResumenLa irrigación es una parte fundamental para el éxito del tratamiento del conducto radicular. Tiene varias funciones importantes, que pueden variar según el irrigante utilizado: reduce la fricción entre el instrumento y la dentina, mejora la eficacia de corte de las limas, disuelve el tejido, enfría la lima y el diente y, además, tiene un efecto de lavado y un efecto antimicrobiano/antibiofilm. La irrigación es también la única forma de incidir en las zonas de la pared del conducto radicular que no se tocan con la instrumentación mecánica. El hipoclorito de sodio es la principal solución de irrigación utilizada para disolver la materia orgánica y eliminar los microbios de forma eficaz. El hipoclorito de sodio de alta concentración (NaOCl) tiene un mejor efecto que las soluciones al 1 y 2%. El ácido etilendiaminotetraacético (EDTA) es necesario como enjuague final para eliminar la capa de barrillo dentinario. Entre estos dos irrigantes principales se puede utilizar agua estéril o suero fisiológico, pero no deben ser las únicas soluciones utilizadas. El conducto radicular apical supone un reto especial para la irrigación, ya que el equilibrio entre seguridad y eficacia es especialmente importante en esta zona. Para la irrigación del conducto radicular se utilizan diferentes medios de administración, desde la tradicional jeringa-aguja hasta diversos sistemas accionados por máquinas, incluidas las bombas automáticas y la energía sónica o ultrasónica.